Crónicas de la ignominia. Epílogo.
EL DORADO. En pos de una quimera.
Dice textualmente, en su obra Tesoros legendarios de Colombia y el mundo el, entre otras cosas, doctor en historia del Colegio de México, Javier Ocampo López, aguadeño dedicado a esos menesteres que: "Los europeos se impresionaban cuando les decían que en el norte de Suramérica existía un Dorado en la selva...". Para entonces, también lo dice allí, ya habían despojado "a los indígenas del oro, e hicieron secuestros de los caciques para exigirles el oro a cambio de su libertad...". Tuve un propósito específico al emprender la redacción de los esbozos, someros por demás, pero concretos y ceñidos en la medida de lo posible a la verdad, escudriñando en toda la información pertinente, muchas veces contradictoria o inverosímil. En tales casos, tras hacer la salvedad, acudí a la ficción informada para cerrar de la mejor manera los perfiles de los protagonistas de aquellas "hazañas".
Pretendía con el esfuerzo desvirtuar los mitos, fundacionales en algunas ocasiones, que la historia oficial y una consecuente y permanente campaña del establecimiento, había consolidado alrededor de aquellos personajes determinantes en la conquista y la colonización americanas. Se les ha atribuido en primer lugar la fundación de las principales ciudades capitales y de muchas poblaciones más, que en realidad fueron siempre estribadas sobre las ruinas de los asentamientos aborígenes, después del saqueo y muchas veces el incendio de sus construcciones y la masacre o la esclavización de los sobrevivientes. Casi todos tienen estatuas erigidas en las plazas principales de las localidades y sus élites aun los veneran y les rinden pleitesía a los herederos de sus privilegios espurios.
En los cuarenta segmentos de las Crónicas de la ignominia, pudimos ver el horror de las atrocidades y desafueros contra las naciones nativas, o contra sus mismos coterráneos; porque fueron más los que así perecieron que los muertos en combate; de una serie de sujetos cegados por la codicia y las ansias de poder. Hidalgos venidos a menos, en algunos casos, pelafustanes de los arrabales, aventureros sin norte, incluso prófugos de la justicia, frailes inquisidores o prelados eminentes; en fin, toda una laya de trúhanes al fin que, cruzaron la mar océana para saciar las más bajas pasiones humanas.
Pensaba continuar con otros más que se quedaron por fuera pero, como he dicho en varias ocasiones para terminar algún capítulo, considero que tenemos suficiente ilustración para dar por cumplido el cometido. En general todos tienen un prontuario semejante; varios fueron juzgados, llamados por la corona a rendir cuentas por entuertos, desaguisados, atrocidades y desafueros, acusados a veces falsamente por sus propios paisanos, por envidia física o en retaliación por sus desmanes. Casi siempre exonerados por artilugios legales o compradas las conciencias; incluidas las de sus soberanos, con tesoros escondidos, presuntamente perdidos, tragados por el mar que, aparecían de la nada, en el momento oportuno; reivindicados, resarcidos y ennoblecidos, regresaban muy orondos a continuar lo iniciado.
La lista es extensa pero, ya basta de codicia, sevicia y alevosía. No ha sido fácil, traté pero, no encontré aun ninguno que se salga del modelo establecido por los pioneros y los adelantados y no creo que vaya a hacerlo, así que, cumplido el propósito, dedicó estos textos, escritos para dilucidar las dudas respecto de los susodichos, a quienes todavía luchan a brazo partido por recuperar todo lo perdido; tras quinientos años de opresión, iniciada por aquellos, continuada y mantenida por sus herederos; por las Naciones Amerindias, en manos de los conquistadores de sus territorios ancestrales.
Vuelvo a lo mío, la literatura, su lectura y escritura que me reconfortan y satisfacen plenamente. Tengo un par de proyectos en ciernes y mientras tanto, con su licencia quisiera ofrecerles, el fruto de mi trabajo anterior en La brega de la palabra, que revisaré y publicaré, un segmento por semana para poner a su consideración. Agradezco de antemano su deferencia. Hasta la próxima...
Comentarios
Publicar un comentario