Las fundamentales.
Las fundamentales. En días pasados inicié la mención de mis lecturas primordiales. Primordiales por que fueron las primeras y, en cierta medida determinaron el rumbo que tomarían las venideras. Habiendo iniciado de niño con los mitos y las leyendas, las fábulas y los cuentos del Tesoro de la Juventud-que nunca dejare de ponderar-, estuve leyendo casi todo lo que caía en mis manos, con aires de epopeya o, para decirlo honestamente de aventura, de gesta heroica y libertaria. Ya confesé que me aficioné un tiempo a las pequeñas novelitas de vaqueros y, ahora que lo pienso, si mal no estoy fue por culpa de mi abuela Mercedes, quien las disfrutaba y mantenía algunas a la mano. No me arrepiento, La fuente Estefanía, sublimó en buena medida el género. Además debo reconocer que fortalecieron mi pasión y me aportaron la disciplina que requerí, mas tarde, para las que vendrían. Cuando encontré el tesoro, en la biblioteca del plantel donde haría mi bachillerato, ya podía leer sin descanso por ho