Crónicas de la ignominia. XV.
CRISTROBAL COLÓN. II.
Para continuar por la ruta del navegante, debemos observar el rumbo del viejo mundo que, como ya dijimos, estará determinado por la influencia del capital acumulado por los magnates de las talasocracias vigentes en el mediterráneo, por las conjuras, las confrontaciones militares y las alianzas matrimoniales consecuentes, gestadas y certificadas por el poderoso Vaticano. Tras la consolidación del Reino de Portugal como el primer estado moderno, con base en el fortalecimiento de su poderío naval, a través de las nuevas rutas hacia el oriente bordeando el continente africano; entre otras cosas fuente principal de los ingresos reales mediante la esclavización de los naturales; le tocó el turno al de Castilla.
Sabemos que el supuesto marino genovés anduvo en primera instancia en territorio luso; fue en sus playas donde confirmó la posibilidad de su empresa, y sospecho hoy que, conocedor de los intríngulis cortesanos en ambos lados de la frontera que dividió en dos la península ibérica, se decidió por la reina Isabel en pleno ascenso. Con Alfonso su hermano, ella; desde Arévalo en Medina del Campo, donde creció; había llegado a la corte, por disposición de Enrique IV, su hermanastro, quien quería tenerla cerca y vigilada. El tiro terminaría saliéndole por la culata. Inteligente, educada y pragmática, la princesa adolescente se dedica a desentrañar la esencia de los intríngulis cortesanos y el carácter de sus protagonistas.
Desde el arribo de los infantes, aquel avispero bullía entre rumores y consejas. Dándose por enterados, el consejo del rey contrataca y le obligan a enviarla lejos de los pasillos reales, a una casa de su propiedad en el mismo Alcázar de Segovia. Agobiado el soberano, temiendo alguna conjura, pierde la cordura y en un acto desesperado, empuja a su nuevo favorito a un enorme despropósito. Beltrán de la Cueva, quien había desplazado al sobrino del poderoso arzobispo de Toledo; con las consecuencias previsibles; ante la evidente impotencia del rey, engendra con la consorte, a quien sería conocida, como Juana la Beltraneja. Para cuando nace el producto de aquel entuerto, el poderoso jerarca castellano, había puesto de su lado a la avisada Isabel. Muchas otras intrigas, desafueros y desaguisados llevarán, mas temprano que tarde, a la infanta al trono real.
Para nuestro propósito actual de esbozar el entorno al que llega nuestro navegante, hay suficiente ilustración. No obstante me comprometo a continuar con el relato, bien interesante, de aquellas peripecias cortesanas en el palacio de los Trastámara. Situemos a Cristóbal en Sevilla, financiado también por los esclavistas asociados a Vespucio y por ende a sus patrones florentinos y, negociando con el mercader vizcaíno de La cosa, para conseguir la tercera nave, tras un intento fallido, quien, terminaría involucrado a profundidad, por su cercanía con la corona y el aporte de la Santa María.
Para concluir con nuestro descubridor, diremos que ni como marino, a pesar de otros tres viajes, ni como virrey y gobernador, su papel sería tan importante como se presume. Es lo más probable que aquella tercera embarcación encallara por su culpa, y están probados sus abusos de poder con sus coterráneos y la crueldad con los nativos, y la codicia suya y de sus allegados, que los llevan a interminables pleitos con la corona, vigentes aun al momento de su muerte en Valladolid, el veinte de mayo de mil quinientos seis. Todo lo demás esta por comprobarse.
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