Una última emisión.
Una última emisión.
Mientras las inmensas mayorías languidecían de manera definitiva, sumidas en la abulia total, llegó el instante para la última transmisión de las disquisiciones de aquella ínfima minoría que, por un tiempo, hasta la fecha indeterminado, persistió en mantener viva la esperanza en un futuro posible. A pesar de la incontestable realidad irreversible del cambio climático, unos cuantos lunáticos insistieron cada tanto- porque nunca estuvieron sujetas a ninguna programación o a horario alguno- en emitir a través de un medio aun no identificado, mensajes perentorios llamando la atención acerca de la inminencia del desastre, y la urgencia de cambiar el rumbo de la civilización humana.
Decía la leyenda que al comienzo, fueron unos cientos, unos cuantos en cada una de las Corporaciones Democráticas Neoliberales. Era vox populi entonces que, los lideres venían de la ultimas Republicas Populares, persistentes en mantener las utopías vigentes. Quizás medio millar si hacemos cuentas alegres. Entonces irrumpían con ímpetu en muchas emisiones, de las variopintas plataformas que ofrecían el entretenimiento requerido, para satisfacer la demanda creciente de los miles de millones de usuarios, debidamente registrados con todas las de ley, hacinados en las torres cibernéticas diseñadas para el efecto. Cada persona, desde su cubículo podía seleccionar a su antojo cualquier realidad virtual. No obstante no existías para nadie, si no estabas incluido en la descomunal base de datos centralizada en los servidores principales.
Las autoridades y sus agentes de policía digital, los persiguieron por décadas desde mediados del siglo XXI. Una a una aprehendieron algunas de las células más desprotegidas, pero la gran mayoría desapareció un día, hasta de la realidad virtual y durante un tiempo se creyó que había sido desmantelada su estructura. No obstante, cuando menos se esperaba comenzó una serie de irrupciones esporádicas, sin ningún patrón que desconcertaron a usuarios y funcionarios durante un corto periodo.
Aparecían y desaparecían en cualquier momento, y nunca se supo cuales eran los medios que les permitían esta especie de guerra de guerrillas que, enloquecía a los dignatarios principales, incapaces de generar alguna estrategia eficiente para contrarrestarlos. Se volvieron así esporádicamente consuetudinarios, hasta aquel día en que, al parecer el último de ellos, emitió una especie de chasquido, un clic final con el que pasaron hacer parte de las leyendas digitales.
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