Androides.

  Androides.


 La abulia se generalizó, tanto hacia arriba como hacia abajo, en todas y cada una de la torres cibernéticas. Cuando la Unidad digital central tomo el control definitivo, al terminar la construcción de la última que, albergaria la Coalición mundial de Iglesias Diversas; consolidada al finalizar el segundo cuarto del siglo XXI, tras las arduas negociaciones que, se encaminaron hacia el consenso con la llegada del primer androide ordenado por la Iglesia Católica Unificada; comenzó de inmediato en todas las plataformas dispuestas para el efecto, el programa de acondicionamiento social pertinente y necesario para completar la mutación. 

Con las mayorías alcanzando ya el mutismo acinético, se hizo expedito el camino hacia el acondicionamiento pleno. La reducción paulatina de la población joven y por ende de la población humana en general, condujo a que los inconformes fueron cada vez menos; trascurridos unos meses tras la última emisión de los grupos disidentes, se disipo en el ambiente cualquier sombra de duda. Los ordenadores centrales determinaron de manera definitiva tener el control total de la población. Todas las adecuaciones locativas avanzaron con rapidez y sin tropiezos y al comenzar un nuevo ciclo, todos y cada uno de los humanos estuvieron conectados a los dispositivos necesarios para ser alimentados biológica y digitalmente desde las emisoras instaladas en cada central regional y, para evacuar los desechos resultantes de la digestión hacia las centrales de acopio que dispondrían de estos. Igualmente con sus cerebros conectados a las captadoras de energía neural cada día más eficientes, se garantizo el suministro de la necesaria para el funcionamiento autónomo de cada torre que, albergaria mientras fuera necesario, diez mil mutantes epigenéticos.

 Los últimos cálculos mostraban que se alcanzaría la cifra adecuada de tres mil millones, al terminar el penúltimo mes del ciclo siguiente, sin tener en cuenta las contingencias-nunca faltaban- que pudieran acelerar el proceso. No dejaban de morir, por razones aun indeterminadas, unos cuantos especímenes apenas tocaban las mesas de adecuación terminal. Se habían logrado ya los avances para evitar que dichas muertes fueran dolorosas y, con contadas excepciones los gritos desgarradores dejaron de escucharse. De ser así, al ritmo en que se extinguía la especie, en el último cuarto del siglo XXII los androides serian los únicos habitantes del planeta y podrían iniciar la cruzada final para limpiar el universo de todas las especies perniciosas que albergara.

 

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