Angela Becerra. La pasión literaria.
La pasión literaria.
En definitiva esta pasión mía por la literatura, por la lectura en especial pero, también por el oficio de escribir, crece y fructifica cada día. Y es que cada día, encuentra uno inefables tesoros en medio de ese trasegar por los vericuetos que, nos proponen las páginas leídas por vez primera o incluso releídas, muchas veces en algunos casos, pues nos brindan cada vez más emociones.
Aprecio y respeto profundamente a los hacedores inmersos en estas lides, que encuentran su voz y desarrollan su labor con denuedo y constancia, hasta lograr un dominio del lenguaje que, les permite expresar con claridad y belleza, las ideas, su pensamiento y las sensaciones derivadas de afrontar una historia, encontrada a la deriva en el maremágnum de nuestro devenir y, decidirse a contarla. En muchas ocasiones ardua, la brega siempre termina dándonos satisfacción personal e incluso placer y deleite a nuestros semejantes.
Para la muestra un botón, para decirlo de manera coloquial: "Todo olía a una especie de tristeza blanca, como si un presagio vagara sin rumbo a la espera de posarse en alguien." Esta frase o verso; a mi me lo parece; un verso de una volátil pero innegable belleza, expresando claramente sensaciones encontradas; de dolor y de esperanza. Con muchos otros de similar factura está en medio de las deliciosas paginas de esta, mi segunda lectura, de una señora escritora, que me encontré por azar.
Doña Angela Becerra, ya incluida, por lo menos de mi parte en la pléyade de las grandes del oficio en Colombia. Y no lo digo solo yo; caleña de nacimiento, se graduó de comunicadora, convirtiéndose con el tiempo en directora creativa y editora de agencias en su ciudad al comienzo, en Bogotá y finalmente en Barcelona, España en una de las más prestigiosas. Pero al parecer latía con su corazón esta pasión que no perdona, por la letras y las palabras escritas. Dice su palmares que, al finalizar el segundo milenio dejo la publicidad para asumir este oficio de narrar historias. Empezó publicando poesía, Alma abierta, iniciando la nueva centuria, "un bello poemario escrito a golpes de luces y sombras", dice la pequeña biografía inserta en el primero de sus libros que leí. Dice también que obtuvo, tres años después, el premio de literatura latina, en la célebre Feria del libro en Chicago, con una acogida cálida de los lectores y críticos iberoamericanos. Y todo esto en franca lid, por decirlo de algún modo. El libro mencionado en estas líneas, "...es un inmenso canto a los sentimientos, por encima de los intereses, las normas y los dictados de cada época." Lo encontré, repito, por casualidad, en una búsqueda que hago con frecuencia en las librerías, entre los ejemplares puestos en oferta. No me apena decirlo, no demerita para nada mis adquisiciones pues, lo digo a boca llena, he obtenido así verdaderas joyas. Y este, El penúltimo sueño, de la señora Becerra, desde mi humilde condición de lector apasionado, lo es. Y según veo el que tengo ahora entre manos, también está pletórico de la mejor literatura que he visto en años. No pretendo aquí, no podría, adelantar un ensayo profundo acerca de sus libros; lo dejo a los eruditos; quiero solo reconocer su valía como una excelente escritora, comprometida con el oficio.
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