El caballero de la triste figura.
EL CABALLERO DE LA TRISTE FIGURA Fue una silueta cotidiana, en el ámbito reducido que constituía mi entorno. Mi existencia transcurría lenta y sosegada, entre la casa que habitaba con mis padres y hermanos, y el jardín infantil que, con mano firme, regentaban las hermanitas de La Presentación-aún conservo en la memoria la imagen dulce, casi angelical, de una de ellas, aunque no puedo recordar su nombre-. No era un panorama muy amplio del mundo, pero sí un escenario rico, lleno de sorpresas; de la naturaleza del personaje que intento retratar, con el relato de las circunstancias que lo incluyeron en mis recuerdos de infancia. De su pasado no podía tener ninguna referencia-más adelante nunca la tuve-; ahora solo puedo imaginarlo disipado en una bohemia empedernida; en aquel entonces era evidente en sus facciones, tan marcadas, como esculpidas, que hacían imposible...